
Liderazgo, competencias conversacionales y capacidades asociadas a la madurez emocional son hoy requisitos imprescindibles en una organización, explica esta psicóloga y ejecutiva experta en liderazgo que lleva más de 25 años trabajando en el área de Recursos Humanos de distintas empresas.
Ya no es el cúmulo de conocimientos aprendidos de memoria y almacenados en el cerebro lo que más se espera y se necesita del desempeño de un profesional.
La tecnología cambió los esquemas y hoy en medio de un contexto lleno de emprendimientos se valoran estilos horizontales, el desarrollo de grupos antes que de un solo líder, la flexibilidad, la agilidad y la forma como se obtienen los resultados, además del éxito de los mismos.
Frente a esto, las áreas de Recursos Humanos están cambiando los requisitos de búsqueda para la contratación de profesionales y apuestan por seleccionar a jóvenes que tengan una serie de habilidades que hasta hace un par de décadas, ni siquiera se consideraban.
Sobre este tema Mekano conversó con Karina Awad, chilena, directora corporativa de Coca Cola Femsa, la principal embotelladora de Coca Cola en América Latina.
En tiempos en que la tecnología puede ser una gran herramienta, por ejemplo, para acceder a información técnica de distintas materias ¿qué habilidades son las que requieren los profesionales que están entrando actualmente al mercado laboral?
El ambiente en el que hoy trabajamos en las empresas, la rapidez con la que cambian los entornos, las necesidades de los clientes y las de los empleados, más la batalla por sobrevivir, requiere de profesionales jóvenes de mente abierta y flexible, que puedan pasearse por distintas soluciones antes de elegir un camino a tomar, capaces de desafiar el statu quo. Y que sobre todo estén ávidos de aprender, que no se sientan dueños de la verdad y que quieran buscar permanentemente nuevas respuestas.
Desde la sala de clases
¿Qué habilidades deberían enfatizar los establecimientos educacionales en edad escolar?
Para mí sigue siendo crítica la necesidad de educar desde el colegio en aquellas habilidades mal llamadas ‘blandas’ -porque son las más duras de modificar y entrenar-. Requerimos que se enseñe y se valore la inteligencia emocional, el cómo resolver conflictos, el cómo ser asertivo y empático, cómo administrar el ego, cómo conversar, entre otras. Nadie nos enseña en las escuelas a conversar o a escuchar, siendo que estos son componentes críticos y básicos al momento de establecer relaciones interpersonales, de las cuales las organizaciones están principalmente hechas. Es fundamental también que se les enseñe a adoptar una mirada crítica frente a las cosas, pero que no se quede solo ahí, sino que puedan también ser propositivos en cuanto a cómo cambiar lo que hay y a que busquen permanentemente el cómo superar las frustraciones y fracasos.
En este sentido, ¿Crees que las universidades muestran un cambio en su manera de formar a los futuros profesionales?
Hay universidades que se están atreviendo a probar métodos cada vez más basados en las experiencias, en el aprender haciendo, y no tanto en el memorizar o en el repetir soluciones ya conocidas. Se ha ido evolucionando de análisis de casos a experiencias laborales intermitentes durante la carrera, a laboratorios donde puedan testear soluciones en ambientes reales, y así hacer más experiencial el aprendizaje. La verdad es que cuando un joven sale de la universidad y empieza a trabajar en una empresa es muy poco lo que podrá aplicar de lo aprendido durante su carrera. Suelen sentir que todos los libros que debieron aprenderse no les sirvieron mucho, porque lo que realmente uno requiere en esos momentos son habilidades para saber hacer frente a los problemas y a las frustraciones, para relacionarse con otros, para leer y manejar la ‘política interna’ de la organización… en fin, todas destrezas que no se encuentran en los textos.
¿Cuentan con estas capacidades los profesionales de hoy?
No ha habido necesariamente formación en estas nuevas capacidades, muy poco en la carreras de pregrado, aunque cada vez más se incluyen en las carreras de posgrado. Ha faltado desarrollar estas capacidades en los futuros profesionales con ‘intencionalidad’, es decir, determinando gaps reales en cada individuo y ayudándolos a cerrar dichos gaps. El desarrollo de las habilidades de liderazgo, de competencias conversacionales, de transformación y trascendencia han sido dejadas al azar. Lo que sí es evidente, es que hoy hay más ‘necesidad’ en los profesionales a aprender de estos temas, incluso lo piden. Buscan jefes inspiradores, empresas con un propósito que vaya más allá de generar resultados y esto es fundamental para facilitar el desarrollo de dichas capacidades, pues esto es lo que hoy nos ayuda-y nos obliga-a ofrecer nuevas opciones, el que los mismos profesionales estén motivados por desarrollar estos aspectos y que no se queden tranquilos si no los encuentran.
¿Cómo deberían subirse a este “carro” las generaciones mayores que ya están hace años en el mercado laboral?
Muchos de las generaciones mayores han ido ‘madurando’ sus habilidades a través del tiempo y en la permanente interacción con las profesionales más jóvenes y con los nuevos desafío